En algún lado leí la metáfora de que una relación es como un rompecabezas. Al principio, las piezas parecen encajar sin ningún esfuerzo. La química es intensa, todo fluye, y sin darte cuenta, estás en medio de algo que podría cambiar tu vida. Pero, con el tiempo, empiezas a darte cuenta de que algunas de esas piezas que parecían tan perfectas en realidad no encajan tan bien. Y es en ese punto donde el verdadero reto asoma la cara: Tener claro lo que realmente quieres y, lo qué es más importante, ser honesto contigo mismo y con tu pareja.
La realidad es que muchas veces nos aventamos como gorda en tobogán en una relación sin tener bien claro lo que estamos buscando o deseando. Nos dejamos llevar por el momento, por la emoción, por la atracción. Y eso esta bien, porque en ese caos también hay magia. Pero si quieres que algo realmente funcione a largo plazo, no puedes dejarlo todo al azar y el “a ver que pasa”. No señor, necesitas claridad. Necesitas saber exactamente qué esperas, qué necesitas y qué estás dispuesto a dar.
Ser Honesto No es Cruel, Es Valiente.
Una de las cosas más importantes que he aprendido es que la honestidad es el verdadero filtro de cualquier relación. No hablo de solo ser honesto con tu pareja, sino también con uno mismo. A veces, nos convencemos de que algo está bien cuando en el fondo sabemos que no lo está. Nos adaptamos, dejamos pasar cosas, nos tornamos pasivos agresivos, nos quedamos callados con tal de mantener la paz. Y esto, más que construir, deteriora la relación. Porque la paz que viene del silencio incómodo es la guerra disfrazada.
Ser honesto es saber decir: “Esto es lo que necesito”. Y esto no significa ser demandante o egoísta. Cuando sabes lo que quieres y lo comunicas de manera clara, no solo le das a tu pareja la oportunidad de conocerte verdaderamente, sino que te das a ti mismo la libertad de no vivir en una constante negociación emocional.
Lo Que Quieres No Siempre es lo Que Necesitas.
Aquí viene lo interesante de todo el asunto: lo que quieres no siempre es lo que necesitas. Querer una relación que te llene no significa que estés listo para ella. A veces, anhelamos el afecto, la compañía o incluso la validación de alguien, pero nuestras heridas emocionales siguen sangrando por dentro. Estar en una relación implica tener la madurez de entender que nadie va a arreglar ni a llenar esos vacíos. Nadie puede amar lo que no estás dispuesto a mostrar.
Por eso es bien importante preguntarnos: ¿Estoy listo para dar lo que pido? Porque si exiges algo que tú no estás dispuesto a ofrecer, solo estás creando expectativas falsas. Y lo peor que puedes hacer es construir algo sobre mentiras o medias verdades.
Decidir Con Corazón y Mente.
Cuando tienes claro lo que necesitas en una relación y puedes expresarlo sin miedo, estás construyendo una base sólida. Tomar decisiones desde un lugar de honestidad te salvará de mucho dolor en el futuro. Si tú y tu pareja no están en el mismo canal en lo que esperan y necesitan, a veces lo más sano es dejar ir. Suena duro, pero quedarse cuando ambos quieren cosas distintas solo llevará a resentimientos.
Ser honesto no solo es decir lo que sientes en el presente, sino tener los huevos u ovarios de admitir cuando las cosas ya no funcionan. Aceptar que, a veces, lo mejor para ti es lo mejor para la relación, incluso si duele como la chingada.
La Importancia de la Reciprocidad.
El amor es hermoso, te puede elevar al mismo paraíso, motivarte, hacerte soñar, ver el mundo con una perspectiva diferente. Algo digno por lo que luchar. Pero sin reciprocidad se convierte en una batalla solitaria. Si tú das y das, pero no recibes lo mismo a cambio, eventualmente te sentirás agotado, herido, y desilusionado. Y no se trata de llevar un marcador de quién hace qué. Es sentir que tu entrega, tu cariño y tus esfuerzos son correspondidos. No hay nada más devastador que amar con todo tu ser y no sentir que el otro está ahí contigo.
Al final del día, mereces estar con alguien que te quiera de la misma forma en la que tú amas; completa, apasionada y desinteresadamente. Y para poder llegar a eso, el primer paso es saber lo que quieres y estar dispuesto a pedirlo, aunque cueste. No se trata de mendigar afecto o conformarte con menos de lo que mereces, sino de saber comunicar tus necesidades dentro de la relación para sentirte seguro dentro de la misma.
Porque un amor saludable no nace de la sumisión, nace de la reciprocidad; ambos deben estar dispuestos a dar y recibir en igual medida.
Conclusión.
Amar es un acto de coraje. Requiere saber desnudar el alma y ser vulnerable ante el otro. Pero también requiere ser honesto, tanto contigo como con esa persona especial que comparte tus días. Así que, si hay algo que he aprendido, es que el amor que merece quedarse es aquel que no te hace negociar tus deseos ni te deja a la deriva. Es el que responde con la misma fuerza con la que lo entregas.
En tu camino, no tengas miedo de decir lo que sientes, lo que quieres y lo que necesitas. Y si alguien no está listo para recibirlo y ofrecerlo, quizás no sea la persona con quien debas compartir tu corazón. Porque en el amor, como en todo lo demás, mereces aquello que te traiga alegría al corazón.